jueves, 21 de septiembre de 2023

Diario de películas (14)

Enjo (Kon Ichikawa, 1958)

Mucho menos cautivada por el brillo del templo que la novela original de Yukio Mishima y sus potentes descripciones. El lugar que la película encuentra está en la inminente profanación tanto de ese monumento como de todo Japón. A la par de las llamas espectaculares que devoran al templo al final está también la demolición real de una casa antigua que se desploma ante la cámara. La tartamudez de Mizoguchi, el protagonista, funciona mágicamente en la película, como si no se necesitara nada más, porque automáticamente le sella una distancia para con el resto de los personajes y el mundo. Mizoguchi apela a la destrucción de la belleza tradicional con tal de no llegar ver su versión edulcorada: el templo como lugar turístico, como si en el fondo deseara que los bombardeos incendiarios de los soldados americanos fumadores de Chesterfields lo hubiesen destruido al tener la oportunidad durante la guerra. Este mundo de Mishima y Mizoguchi es el que queda después de eso, con algunas cosas inmaculadas siempre al borde de su desaparición. Vivir ahí es insoportable.

The Ghost of Yotsuya (Nobuo Nakagawa, 1959)

No tenía registro de esta versión de esa obra que interpretan los personajes de la aterradora Over Your Dead Body de Takashi Miike, película que me gustaría revisitar luego de haber conocido esta. Quizás sea la versión más visualmente pura de toda esa mitología japonesa de mujeres monstruosas y vengativas. Todo eso que se llamó J-horror en los 2000 tiene sus signos originarios acá.

L'ultimo treno della notte (Aldo Lado, 1975)

En esta reversión italiana de The Last House on the Left no sólo está la evidente diferencia en la calidad de la puesta en escena, también está la incorporación de esta extraña ninfómana desquiciada interpretada por Macha Méril que a veces participa y a veces simplemente disfruta observando todo. Los momentos de violencia y violación en el camarote del tren (que llegan al punto escandaloso de penetración con cuchillo) tienen la peculiar temporalidad de una situación hedonista. Hay algo de los villanos de Deodato en esos grupos de malhechores que agarran a alguien y van pasando, progresivamente, de la agresión pasiva hacia el acto. Uno solo puede mirar y, como reza el slogan también copiado, pensar "es sólo una película, es solo una película". Este subgénero construye sus propias prisiones estéticas a la hora de enfrentarse al sadismo. La ninfómana misteriosa del tren sobrevive a la carnicería final, al igual que nosotros.

Knock Off (Tsui Hark, 1998)

Una película filmada con el lente bañado en cocaína, con guion de Steven de Souza, y repleta de escenas en barcos de carga parecidas a las de Duro de Matar 3. No para desde que empieza, con un ritmo análogo a la carrera de carretillas con enanos por las calles de una Hong Kong a punto de sellar su independencia de los ingleses. El imperio británico deja atrás un capitalismo del tráfico de marcas truchas, con un Van Damme que podría bien ser una digna marca trucha de John McClane. La trama está desarrollada a los tumbos, por momentos difícil de descifrar en medio de la acción desquiciada que se desenvuelve como las zapatillas marca "Pumma" que se van deshaciendo mientras Van Damme corre y Rob Schneider le da latigazos en el culo con una anguila viva. Diversión sin límites.

The Boogeyman (Rob Savage, 2023)

Junto a Talk to Me es otra película centrada en la angustia de un personaje tras la muerte de su madre, siendo este el elemento melodramático que sostiene los vaivenes de la trama y las transformaciones de personaje. Pero en este caso la principal negligencia de los protagonistas consiste en no ver las salidas que ofrece el psicoanálisis con sus debidos procesos. Es un universo donde existen herramientas para combatir el mal si se dan las pertinentes sesiones y diálogo intrafamiliar. Los famosos sustos finales del cine de terror, con el elemento fantástico regresando o amenazando con hacerlo, pasan a ser una clausura feliz, es decir, poder cerrar la puerta del armario con la certeza de que los monstruos ahora no existen. El terror se llenó de espectadores que se llevan muy bien con ese confort.

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