
Sobre The Vault (Dan Bush, 2017) | Para A Sala Llena
Cualquier mirada más o menos atenta sobre las películas de terror siempre va a notar algo: cuando el guion está bien construido (y con él sus personajes), la manifestación monstruosa o el villano tiende a funcionar como un espejo trastocado del personaje principal o de alguno de sus aspectos. Para decirlo más directamente: en el drama construido por el relato hay un personaje que tiene sus propios conflictos y el “monstruo” es la figura que hace que estos salgan a la luz, que se expresen, estallen, y se constituya una lucha. Las figuras monstruosas ponen en movimiento a la trama y a los personajes, y así el terror conecta con una de las bases fundamentales de los géneros, que es el melodrama. Entre ambas partes hay una relación bidireccional (y hasta a veces de identificación) que nos salva de lo arbitrario.