miércoles, 11 de marzo de 2015
El asesinato de Emilio Rebenga
Sobre Scarface (Brian De Palma, 1983) | Para Las Pistas
Una de las secuencias menos recordadas de Scarface es la del asunto que le asegura la tarjeta verde a Tony Montana: el asesinato de Emilio Rebenga. Este hombre de confianza de Fidel durante “los primeros tiempos” también desembarca “exiliado” a Miami con su vestimenta modesta y su bolso. Tony afirma que lo mata por placer. Si bien la razón se concatena en la trama (Frank Lopez tiene sus propias razones para verlo muerto), en Tony este hecho parece concentrar su primer planteamiento como flamante americano.
De una forma tangencial, matar a Emilio Rebenga (símbolo de una idea de comunismo intacto y anterior a su burocratización), es rebelarse de frente contra los incómodos zapatos importados de Rusia (algo que así podría decirse en palabras de Tony). Es también la mirada deseosa de quien llega al puerto de Miami señalándole la bandera norteamericana a sus hijos, como así se ve en el único efecto de montaje evidenciado de la secuencia de registro documental de los créditos iniciales.
Montana se hace ciudadano de la norteamérica capitalista liberal por haber matado a Emilio Rebenga, pero la conversión genuina (y también definitoria de su destino trágico) consiste en haberlo matado por adelante. En Scarface puede encontrarse toda una puesta consciente sobre el adelante y el atrás. Los escenarios centrales tienen como ordenamiento de puesta una distribución del espacio que permite desarrollar dramáticamente estas nociones. Tony mata a Rebenga por placer y frontalmente. Mucho más adelante, Tony evita una muerte absolutamente maligna (en el atentado del auto), donde el placer por la muerte parecería inconcebible. Finalmente, es asesinado por la espalda.
La muerte de aquel comunista, siendo el centro de la primera transformación de Tony, es también para De Palma una conquista necesaria para abordar el largo ascenso que se ve en Scarface. La autoconsciencia juega un papel fundamental: el ascenso al poder de Tony debe necesariamente ser un ascenso en términos de medios de producción. Ante la sobriedad comunista, la muerte de Emilio Rebenga se filma con una grúa, simbolo que aporta productivamente a esa significación. La connotación épica aportada por lo endulzado del recurso será simetría de aquellas palmeras falsamente paradisíacas que decoran los escenarios, y pone evidencia que el cine de De Palma esta plagado de buscadas contradicciones que llevarán inevitablemente a la caída. Como mencionamos, Tony muere por la espalda, y su cadáver es encuadrado para que luego la cámara continúe la toma ascendiendo con aquellos movimientos mecánicos.
Si en la película hay dos sueños, el comunista y el capitalista liberal, obtener el segundo requiere asesinar las raíces del primero. Pero en esa dualidad hay una marca: en el nuevo mundo mirar a Tony a los ojos es el establecimiento de una moral que es incompatible con lo liberal, donde los atentados se realizan con o sin familia a bordo. Eliminarlo requiere traicionarlo a ciegas. El disparo viene del único hombre al que no se le ven los ojos. De todas formas, es la cámara la que ha terminado el camino de ascenso, inaugurado al principio por él, continuado implacablemente con o sin él.
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