jueves, 1 de junio de 2017

Okja en 10 partes

okja

Para BSO (Banda Sonora Original)
Sobre Okja (Bong Joon-ho, 2017)

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Una primera cuestión: el procedimiento, en un comienzo, es similar al de The Host (2006) pero inverso. De la unión entre América y Corea del Sur se fabrica un monstruo. En un caso es el monstruo negativo y en el otro el monstruo positivo.

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Cada monstruo generado, bestia, o animal, trae consigo un relato que le da forma como parte de su manufactura. En la bestia de The Host hay algo de cine fantástico y cine catástrofe. En Okja está la sensibilidad (pintoresca) por la naturaleza de oriente y su repertorio de seres fantásticos, como el vecino Totoro de Miyazaki.

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De la misma manera, cada película busca encontrar una relación con su sistema de producción. Okja es una producción de Netflix, por lo tanto su despliegue es resultado de variables de cálculo más complejas que las del cine tradicional. Se trata de la segmentación organizada de acuerdo a demandas de consumo directo. Los cortes de carne son, como las secciones de Netflix, categorías de consumo diseñadas genéticamente a medida.

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Para esta segmentación existe una materia prima. Para Netflix son, en un sentido concreto, las imágenes. Para lo que narra la película la materia prima es la propia Okja. Imagen y materia en cine van unidas, y de una forma alegórica la relación Mirando-Monsanto es una obviedad, pero en un sentido simbólico la corporación Mirando, en su autonomía dentro del film, construye cosas que podemos "mirar": el relato pintoresco al que nos referimos, como sostén de sus propias operaciones.

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Por todo esto, Okja es justamente otra historia a medida y con su correspondiente segmentación. El motor de los actos de su narración pasa por la historia y vinculación individual entre Mija/Okja. De esta base se organiza lo demás: si vuelve a las montañas o si se acata el plan general del F.L.A, por ejemplo. La película elige privilegiar lo primero, conflictuarse con lo segundo, y como resultante incomodar a lo primero.

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Entre sus estrategias y procedimientos, Okja contiene los dos principales elementos que pondrían de pelos de punta a cualquier baziniano duro:

1) El concepto del "montaje prohibido" para acciones dramáticas de animales es algo que necesita ser repensado y considerado en la escena que Okja salva la vida de Mija en las montañas. Se trata de una escena escencial al ser el fundamento del vínculo y la paradoja de Okja como creación corporativa.

Particularmente con los animales digitales en cine todo esto debe ser actualizado desde el simio César en la trilogia de The planet of the apes (2011-2017), y a un nivel general desde Avatar de James Cameron. La pregunta pendiente es ¿qué de lo que ponemos en escena es posible a ser subjetivizado y convertido en afección?

2) La utilización narrativa (y por ende estética) de los campos de concentración es algo más que evidente en todas las secuencias finales de la película. La estrategia unifica dos aspectos, uno concreto material (asistir al funcionamiento fabril de un matadero), y otro afectivo (el desarrollo de una compasión para los aullidos de las víctimas). Lo que da pudor en lo segundo (y lo que lo asocia a la noción de campo de concentración) es consecuencia directa de ir al fondo del relato que fue aceptado en un principio: el vínculo "símil-Totoro" que se genera, intentando olvidar su finalidad mercantil.

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Este tipo de desarrollos de compasión, en la película, no están separados de la noción de relato y estetización, y esa es una de sus principales paradojas. Los activistas del F.L.A. son la resultante también de una serie de prototipos estéticos. Para cada uno está la avidez por algún aspecto de la lucha, por momentos en clave de fetiche, y se nombran a través de colores que son, en definitiva, tinturas. Este otro relato es consagrado en la secuencia musical en la que se defienden con paraguas de colores en el shopping (organizada desde el punto de vista de Mija). Luego, concretamente, se ve un fetiche por lo orgánico, por la tecnología y una deliberada estetización del rostro femenino como síntesis estética.

Será cuestión ahora de ver si estos planteos críticos al activismo tienen una contrapartida.

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The Host supo manejar esa relación entre lo individual y lo colectivo. Los activistas con sus remeras perfectamente diseñadas y sus cámaras digitales son motivo de risa, a la llegada del monstruo y caída del Agente Amarillo todos huyen, pero Bong nos muestra que hay 4 de ellos que siguen de pie. Para Bong pareciera que estos activistas son criticables, pero salvables en la medida que sufran ciertas transformaciones, como la del pasaje a la madurez y paternidad de su personaje principal.

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En Okja podemos encontrar una simetría bastante útil:

Silver, el que es incapaz de comerse el tomatito cherry, es el paradigma de la debilidad. Es enfocado irónicamente por la cámara justo cuando Jay dice que el movimiento necesita fuerza, y es contenido por su compañero Blond. Más adelante, cuando la policía reprime, Silver se queda atrás y Blond procede a contenerlo. La policía logra reprimirlos a los dos.

"K", como el K-Pop, adicto a la tecnología, recibe una golpiza de Jay y luego se tatúa el lema "La traducción es sagrada". Las transformaciones de estos personajes tienen distintos grados y pero no todos las tienen. Y a diferencia de las enormes pérdidas que vemos representadas en las obras maestras de Bong (Memories of Murder y The Host), ninguno de estos personajes vive una tragedia que los resignifique (y dignifique). Véase en ese sentido la secuencia post-créditos.

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Se plantea una justa separación evidente y declarada en el final: Mija le da la espalda al matadero. Pero los activistas se desdibujan en su accionar. El film de Netflix cumple su recorrido segmentado pero en el camino abre otro relato posible (que afortunadamente no es mensaje). Okja no es una película necesariamente vegetariana. Sobre esta vinculación siniestra entre la lógica corporativa y los métodos de la industria alimenticia obtenemos una historia que desnuda a la ideología pero no la madurez que sintetiza y origina una lucha integral en los personajes. Ellos siguen siendo lo que son, con sus virtudes y sus partes de inutilidad.

Nuevamente la secuencia post-créditos: salido Jay de la cárcel parece que hay un nuevo plan, van a estar tal y tal empresario, dicen, y vuelven a ponerse las máscaras. Hasta queda interpelada la señora del colectivo, una especie de guiño al espectador. De qué se trata la nueva misión, no sabemos. Tal vez sea entonces lo mismo de siempre.

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