martes, 25 de julio de 2017
El asado de Satán y algunos recuerdos cinéfilos
Hace ya casi diez años, en el 2008, abrí mi primer blog con textos de cine. Se llamaba El asado de Satán, nombre tomado de una película de Fassbinder del año 1976. En ese blog, que ya no está más online, publiqué mis primeras notas. Lo inicié como una cosa personal, la idea era ir escribiendo, ir probando, un lugar sólo para mi donde hacer algunas reflexiones.La escritura empezó siendo pésima, y con los años fue mejorando un poco (todavía me falta entender dónde van algunas comas y cómo no hacer oraciones o paréntesis tan largos, como este). Pero de alguna manera El Asado de Satán fue el lugar donde empecé a escribir. Me acuerdo que durante el verano de ese año había un ciclo de Fassbinder en la Sala Lugones, donde pasaron casi toda la filmografía. Ahí debo haber visto alrededor de 20 películas suyas en pocos días, muy similar a la esquizofrénica forma de filmar del alemán. Obviamente, por una cuestión de edad, jamás conocí ni al mundo de los cines de Lavalle ni al videoclubismo de los 80's pero, en aquellos años kirchneristas y digitales, se podía hacer una enferma combinación en la calle Corrientes que consistía en ver los ciclos de la Lugones y, ya que uno estaba por la zona, alquilar películas en Liberarte (justo cruzando la calle). Ese verano me hice entonces simultáneamente adicto a Fassbinder y a Samuel Fuller, al que había descubierto en el Malba y me puse a alquilar (y copiar) todos sus DVD's.
El origen de esos escritos tenía entonces que ver con una cinefilia acelerada, y en un momento en el que uno no posponía tanto el visionado de las películas que iba consiguiendo. Cada vez que volvía a Liberarte (cada dos días por el funcionamiento del abono) tenia alguna breve charla sobre las películas con Felipe, que también iba consiguiendo DVD's de Fuller sabiendo que me los llevaba. Por momentos toda esa vorágine se sentía como algo enfermo. Recuerdo que con Nacho Oyuela hicimos una vez un interesante intercambio: Felipe nos dio un super abono de como 100 películas porque Nacho consiguió una caja con buenas ediciones de las películas de Hitchcock del período inglés. Otro episodio memorable fue en la Lugones, donde vimos Whity de Fassbinder con Nicolás Zukerfeld recién llegado de viaje, que por una cuestión de horarios llegó al cine directo del aeropuerto con una valija gigante.
El blog tenía entonces ese espíritu, el de una cinefilia joven e irresponsable (y hasta quizás peligrosa). El encuentro abrupto con todo un universo de crítica también incidía, entonces las pasiones cargadas de un fuerte decisionismo moral (vaya uno a saber cuán sólido era en ese momento) poblaban los textos, que eran siempre sobre películas muy diversas y con criterios distintos, caóticos. Y así, el título del blog trataba de serle fiel a toda esa anarquía. El asado de satán era un título caliente, violento y diabólico. La palabra asado sonaba a Argentina, y la presencia del diablo le daba una especie de cosa poética. Con la película de Fassbinder pasaba que uno terminaba de verla tan incendiado de situaciones esquizofrénicas que tampoco se sentaba a preguntarse tanto por ella. Era excitación pura.
Entonces, yendo más a la cuestión que origina todo esto: hoy me topé con la película de Fassbinder y volví a verla. Para mi sorpresa me encuentro con que había (o hay ahora, en perspectiva) más cosas para relacionar. El vínculo no era tan gratuito como pensaba. El asado de Satán cuenta la historia de Walter Kranz, un intelectual y poeta anarquista en el medio de una suerte de bloqueo. Walter vive con su esposa (que se va muriendo poco a poco de una enfermedad sin que él siquiera lo note) y su hermano retrasado mental (que colecciona moscas muertas y tiene una obsesión con pellizcarle los pezones a todas las mujeres que ve). Esta personalidad letrada está coherentemente ubicada en el medio de un hogar de clase media decadente, un constante griterío, donde se va armando una suerte de teatro del horror al que se suman también la amante del poeta y su marido. Walter tiene buena relación con él y le pide permiso cada vez que quiere tener sexo con su esposa. Todo esto, que contado así se presta simplemente a locura, está organizado en medio de una historia con un objetivo simple: el empresario burgués que le paga a Walter para que escriba deja de darle anticipos, y así el poeta entra en una situación desesperada de búsqueda de dinero a toda costa. Durante la película Walter intenta asesinar a una millonaria admiradora de sus escritos, hace viajar a otra sumisa lectora hasta su casa sólo para irle quitando el poco dinero que tiene, chantajea a una prostituta que sufrió abusos y hasta le quita a sus padres el dinero que tenían reservado para sus funerales. Walter se muestra como una especie de autómata que se lleva el mundo por delante en para sostener su pequeño nicho de escritura.
No es que me identifique con Walter, pero hay algo en toda esa locura grandilocuente del personaje que, por el contexto decadente que lo rodea, me hace acordar al espíritu del blog, o de ese tipo de cinefilia. Como si la naturaleza del mismo estuviera ahi: las pretensiones de un joven aspirante a crítico de cine en el marco de una plantilla de Blogger, sin diseño profesional, sin criterio de organicidad, sin un concreto programa crítico para desarrollar las ideas. Volver a ver la película de Fassbinder en perspectiva me terminó sacando una inevitable sonrisa. Lo que ahí eran acciones y decisiones terribles, en mi caso era un simpático y caótico blog que a veces contaba alguna que otra cosa, y a veces pretendía tener la austeridad de un crítico francés.
El blog en el que estas palabras están siendo escritas tiene un nombre más solemne: Notas de cine, como si el joven del anterior hubiese crecido y ya fuera un hombre serio. Muchas de las cosas que acá publico fueron para otros sitios, páginas de verdad, o proyectos más concretos que este blog, lo que lo convierte en una suerte de rejunte. Ahí, en el caos de esto, que sigue siendo una plantilla, todavía queda algo de lo anterior, como quizás lo sea la forma coloquial y personal de este mismo texto. En la medida en que siga siendo un blog, El asado de Satán va a seguir estando fuera de campo.
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