viernes, 8 de febrero de 2013

Historia del Blaxploitation

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Sobre Django Unchained (Quentin Tarantino, 2012)

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En la primera escena, luego de realizar su compra, el Dr. King Schultz se despide del resto de los esclavos con una última demostración de su característica elocuencia. "Y si hay alguna chance de que entre ustedes haya un aficionado a la Astronomía, la estrella del Norte es... aquella de allá", y apunta con el dedo. Los esclavos desconcertados parecen acatar esa orden. Schultz es, al igual que Tarantino (a su manera intertextual), un políglota. Schultz (heredero del Coronel Hans Landa de Inglorious Basterds) domina los idiomas, morfológica y retóricamente. Es dueño de un lenguaje, y por lo tanto ejerce un control con el mismo. El inteligente cazarrecompenzas hace uso de sus habilidades para la persuasión, pero al mismo tiempo sus habilidades son las de la imagen. Ese control es el que le permite tomarse el tiempo de encender la lámpara con un fósforo antes de dialogar tranquilo con quien le está apuntando con una escopeta. Lo interesante de esa última línea de diálogo (en una escena que tendrá su contracara cerca del final de la película), es que manifiesta el límite de aquel personaje, aquello a lo que no puede llegar. Schultz pone la cereza del postre sangriento de liberación, y sus palabras suenan con gracia pura, y hasta puede sintetizar en una sola oración la posibilidad de utilizar las estrellas como brújula y la alusión al Norte abolicionista. Y allí está su límite, en la aspiración a ese "Norte prometedor", el del papel blanco que, de acuerdo a la ley blanca, dice que el negro deja de pertenecerle. Esta es una primera limitación (de punto de vista) que se seguirá confirmando.

Al dialogar con Django, Schultz no puede entender las similitudes entre su trabajo como cazarrecompenzas y el tráfico de esclavos. Su diferencia con Django reside en que éste ve aquello que Schultz sólo puede formular a través de la palabra. Desde este momento, la relación será recíproca. No es sólo Django quien aprende de Schultz (cuando logra, gracias a él, matar a un padre frente a su hijo sin remordimientos), sino que también sucede lo inverso. La mayor lección de Django se da en el recorrido por las plantaciones de Calvin Candie (Leonardo Di Caprio). Schultz no puede tolerar ver como los perros despedazan a un hombre, no sólo por su propia sensibilidad, sino porque el hecho mismo lo muestra (dentro del acto que encaran ambos) como a un blanco racista al lado de su compañero negro. Schultz intenta interrumpir el castigo ofreciendo dinero, pero es Django quien lo calla y determina el acto para Candie. "Es tu negro, haz lo que quieras con él". La dialéctica entre estos personajes es la que obtiene el brillante resultado. Aquel que posee la mirada, es quien tiene la capacidad de decidir qué aprender de lo que se le enseña... Django, quien no era más que un mero objeto (como esclavo y como objeto del más sucio Blaxploitation), es capaz de pasar a una condición de sujeto, no gracias a la pluma de la ley, sino al ejercicio del lenguaje. Un dominio que parecía pertenecer a Schultz, pero que estaba repleto de imposibilidades. La muerte simbólica de Schultz es la del hombre que ha accedido a la compra de Broomhilda, pero que no puede tolerar que suene Beethoven mientras se firman esos pornográficos papeles, ni verse reflejado en el rostro de Candie cuando éste le ofrece darle la mano. El destino de Schultz es el de un lenguaje autodestructivo. "Perdón, no me pude resistir". Por eso Django, ahora ya cerca del final, en esa escena que recapitula a la estructura de la primera, logra triunfar sobre los transportadores de esclavos (y dinamitar a Tarantino). Django no sólo se libera de la esclavitud y del Blaxploitation. También se libera de su creador.

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Una de las escenas más violentas de la película ocurre en un salón de Candie. Dos esclavos se ven obligados a luchar hasta la muerte, cada uno es "dirigido" por su amo. Calvin Candie es uno, y Franco Nero es el otro. Los dos participan verbalmente y no se mueven de sus asientos, sólo imparten órdenes a sus esclavos, compiten entre sí. Pero en definitiva, asisten al montaje de un show, el espectáculo del videojuego casero que armaron. El negocio de Candie no se parece al que se acostumbra recordar en materia de esclavitud, y el establecimiento está lejos de parecerse a la plantación Carrucan de la cual proviene Django. En Candyland, los esclavos no son la mano de obra negra que se acostumbra a tener (el trabajo que se aprovecha de quien se considera inferior a humano), sino que el valor que se les adjudica es estrictamente dependiente de la sumatoria de características en tanto negros. Los esclavos de Candyland trabajan de ser negros, y de acuerdo a lo que la declarada supremacía blanca considera que es un buen atributo en un negro (ser fuerte para la lucha o hablar alemán, por ejemplo), se establece el alternativo sistema de valores que jerarquiza a los negros entre sí (para su explotación y comercialización).

La consecuencia más evidente se encuentra en el hecho de que se vuelve centro la propia explotación, los atributos negros contribuyen a la construcción de un espectáculo. Que Calvin Candie se pueda referir a Django como a "un negro entre 10.000" es su forma de explotarlo con un cumplido. Django tiene (y fue adquiriendo), los atributos necesarios para destacarse. Posiblemente, en lo que a Candie concierne, Django valga varios miles de dólares. ¿Cómo puede no valer tanto un negro vestido de cowboy, que anda a caballo, con una mirada de piedra, y con un perfecto manejo de la pistola? La casa de Calvin Candie es el primer recinto que funciona como prototipo del sistema Blaxploitation del cine norteamericano, con explotación y comercialización incluida.

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