jueves, 28 de diciembre de 2017

La mujer es el futuro del hombre

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Sobre The Day After (Hong Sang-soo, 2017)

Ya le había dedicado algunas palabras en mis crónicas del Festival de Mar del Plata, pero habían sido muy breves. The Day After es la mejor película de Hong desde Right Now Wrong Then, y quizás confirma un importante giro en su cine. Kim Min-he se termina de consagrar como su actriz fetiche (luego de todo el supuesto "escándalo" de infidelidad que protagonizaron juntos), pero al mismo tiempo pareciera traer consigo una nueva perspectiva para los personajes masculinos del surcoreano.

En The Day After, todo lo que se emana del hombre es miseria. Su protagonista miente, padece sus mentiras pero es incapaz de corregirse, constantemente trata de escapar de sus conflictos y se impide enfrentarlos. Es perfectamente consciente de sus miserias pero no opera en pos de esa consciencia, ni siquiera ante el llanto desconsolado de su amante, que le grita cobarde. Como macho, en un manotazo de orgullo, intenta demostrar que puede llamar a su esposa para contarle la verdad, pero no lo hace, y lo sabemos incapaz. Esa dimensión parece sólo posible en las películas de Hong: el momento es terrible, declamado con angustia y decisión, pero nuestra consciencia de su incapacidad está tácita, y eso lo hace rozar la comedia. Su problema incluso llega a dimensiones hiperbólicas, como en su momento más bajo, cuando cerca del final lo vemos diseñar su próximo plan de ocultamiento: la utilización del personaje de Kim como chivo expiatorio.

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Contrario a esto, la única salida aparece en personajes femeninos, en los que parece depositarse toda la posible subjetividad. En otra conversación de bar, el protagonista charla de religión con su nueva empleada. Ella es creyente, según dice, y a veces siente vergüenza en admitirlo, quizás ante personas como él, que pueden dimensionar teóricamente esa visión de mundo, pero en la práctica la menosprecian. Esa división será fundamental. Finalmente es ella quien puede mantener una actitud acorde a sus palabras al alejarse de un conflicto que no le pertenece. Esto es incluso comparable a algunos de sus dichos, en los que se manifiesta como consciente de que es alguien más, y no la protagonista. En su regreso a casa se da uno de los momentos más luminosos de esta película oscura, cuando desde el taxi vemos la nieve caer, casi como una redención, mientras ella reza (en off) el Padre Nuestro.

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En la película hay un juego formal que se basa en pequeñas trampas temporales (se repite también en Claire's Camera). Últimamente en Hong es siempre difícil saber cuándo estamos. Esto nos da dos posibilidades: que juguemos toda la película a adivinar ese cuándo (que sería más digno de la mecánica insoportable de Christopher Nolan), o que asumamos esa orientación temporal perdida en pos de ganar algo en lo dramático. En The Day After, el día después al que alude el título determina esa última secuencia, pero es una trampa. Ese día después sucede meses después, pero su planteo (luego de reubicarnos temporalmente y ser conscientes de la trampa) triunfa en otro costado. Esos meses después puede ser, de alguna manera, un día después, por el mismo motivo que la temporalidad no deja de ser la de la hora y media del cine, donde son capaces de nacer y morir amores enteros. Por eso el cine de Hong nunca deja de ser fantástico, más allá de su aparente realismo minimalista. La secuencia final es casi un calco del final de Right Now Wrong Then, donde todo se redime. Para el hombre es un regreso obligado a la vida que jugó a perder, para la mujer es la confirmación de la vida que tiene por delante.

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