miércoles, 8 de julio de 2020

Diario de películas (3)


The King of Staten Island (Judd Apatow, 2020)

Con Trainwreck, que tiene muchos detractores, Apatow había hecho su única película con estructura redonda muy cercana a la comedia romántica, algo parecido a lo que Paul Feig viene haciendo ahora. Pero con The King of Staten Island regresa ese ya conocido estado de suspensión que sufren sus personajes. Acá lo tenemos a Pete Davidson, que junto a su grupo de amigos parecen una actualización de los de películas como Virgen a los 40 o Ligeramente Embarazada. Pero hay algo distinto. Tanto él como sus compañeros tienen una cuota de dejadez que hasta termina transformándose en violencia (el inusual asalto a la farmacia, que por momentos abandona por completo a la comedia). El estado de suspensión también nos acerca motivos extremos. La espalda del personaje tatuado, completamente arruinada excepto por el último dibujo podría ser un ejemplo, porque en la película se valora mucho a la idea de broma pesada. Tan pesada que hasta se burla de lo permanente. Todo comienza con una línea tatuada en el brazo de un menor de edad, una cuota de irresponsabilidad que inicia una historia sobre la responsabilidad personal. Mirando esta película me encontré recordando a la película de Jackass en la que le marcan el culo a uno con el fierro ardiendo que usan para las vacas, entre gritos y risas. Después van y se lo muestran a la madre. El estado de suspensión de los films de Apatow quizás haya llegado a ese punto pero, como en sus mejores películas, lo interesante es la salida.



Last Christmas (Paul Feig, 2019)

No vi a nadie hablar de esta película, producida en Inglaterra, tal vez consecuencia de la serie de fracasos que comenzaron antes del estreno de Ghostbusters (2016), una buena película que internet destruyó a través de su trailer. En el medio filmó una especie de thriller, A Simple Favor (2018), nada malo pero con un tono rarísimo, y luego esta, que vendría ser una comedia romántica con tintes de cuento de Dickens y repleta de música de George Michael. Los grupos heterogéneos de mujeres que venía armando desde Bridesmaids ya desaparecieron de su cine, y Feig parece abandonar sus elementos personales para convertirse ya en un director invisible. Se le podrá reclamar a Last Christmas la abundancia de clichés, o lo previsible del giro fantástico, pero no por eso deja de ser un simple cuento sobre la compasión en tiempos navideños, eso sí, con alguna cuota gratuita de mensajes anti Brexit y personajes multiculturales para el aplauso del público.

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