sábado, 27 de mayo de 2023

Air

Ben Affleck, 2023

Lo que Affleck hace es perfecto formalmente dentro del capitalismo arrepentido que su película profesa, no exento, claro, del cinismo que ya otras veces lo ha caracterizado.

En ese 1984, que los personajes reconocen orwelliano en charlas casuales, hay padres divorciados que sostienen el vínculo con sus hijos a través de zapatillas fetichizadas con la música de Doble de Cuerpo, mismo mundo donde todas las mujeres son secretarias excepto una, la madre.

Matt Damon, tal vez como doble positivo del CEO Affleck, sería bien virtuoso. Es el hombre equivocado para participar de ese mundo. En esa diferencia y sencillez (y tal vez en su panza) está la posibilidad de descifrar a la madre: encontrar su fibra más sagrada y apelar a ella, pero para que todo lo que siga pase a términos comerciales.

Lo que se dice sobre la canción de Springsteen se cumple también cuando finalmente la escuchamos porque es el sonido de la propia ironía de la película. Affleck vuelve a ser el centro, quizás una caracterización angustiada y desesperada de la mano de un director que no sabe cómo salir de un dilema: el inmenso placer que le causa admirar lo mismo a lo que se propone criticar.

El resultado tiene connotaciones algo penosas, como imaginar una película sobre el hombre que le metió un gol con la mano a los ingleses, pero que enfoca la épica narrativa en los extraordinarios alcances de su patrimonio.

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