24 nov 2017

Mar del Plata #1: Jueves 23

mrshyde12

Sobre Madame Hyde (Serge Bozon, 2017) y Western (Valeska Grisebach, 2017)

En realidad el visionado de películas empezó a la mañana en el micro, con una película perfectamente diseñada para eso y para poder ser vista sin sonido. Me refiero a The Way, con Martin Sheen y Emilio Estevez, una perfecta combinación de conflicto familiar (con actores familiares incluidos) y vacaciones en España. Espectacularmente turística y con mucho vino y tapas. Emilio Estevez le dedicaba la película a su abuelo, y Gilda logró emocionarse en el climax aún con la ausencia de sonido.

Arrancamos el festival en el shopping Aldrey con la película de Serge Bozon con Isabelle Huppert titulada Madame Hyde. En un intento de meterse en el género fantástico y referenciando tanto al Dr. Jekyll como a Carrie, la película es un tremendo fallido por su incapacidad de abandonar el realismo frio que la domina desde que comienza. Huppert siempre funcionó en esos personajes que se prestan a lo puramente fenomenológico. Hay algo en su figura que inspira a las acciones sin explicación pero concretas en su ejecución. Me acuerdo de Elle y de cómo pide sushi por teléfono después de haber sido violada. En la película de Verhoeven esa distancia quirúrgica se convertía poco a poco, afortunadamente, en una inmersión en sus pulsiones más sucias y nunca dejando de lado la posibilidad de una siniestra identificación. La película de Bozon es mucho más cobarde en ese sentido. Intenta meterse de lleno en una trama fantástica, donde Huppert se convierte en una especie de mujer de fuego con la capacidad de quemar cosas mientras unos rayos de electricidad recorren su cuerpo, pero parece preferir mantenerse en una distancia cuya sobriedad otorga un manto de seguridad. Finalmente la historia fantástica es pura alegoría, y todo lo que se cuenta en la película parece más que nada teórico. Tan teórico como las clases de física que da la protagonista al principio. Es evidente que la relación, en este caso, con la enseñanza y el funcionamiento de los fenómenos es algo deliberado, pero es al mismo tiempo lo que nos protege de tener que meternos en serio en las razones por las cuales Huppert quemaría viva a una persona. Sobre eso se nos da una película esquiva, sobre lo otro, muchas divinas estrategias para una puesta extremadamente positivista.

western

Más a la noche vimos una película de la competencia internacional: Western, de Valeska Grisebach. Venía muy mal predispuesto pero contrario a mi expectativa la película me pareció muy buena. Cuando llegó Lucas Granero, que ya la había visto durante la semana, ocurrió un pequeño debate. Según Granero yo caí en la trampa de la mentira festivalera, donde la película es una cosa perfectamente diseñada para caer bien en el mundo de los críticos. Me confunde un poco tratar de pensar desde qué lugar lo dice. Lucas, la mayoría de tus textos son sobre películas que se ven en festivales... La cuestión es que, a pesar de su título referencial innecesario (que sí se lo podemos atribuir tranquilamente a una necesidad académica de legitimarse), la película logra armar un universo de personajes que distan mucho de los arquetipos casi siempre miserables de mucho cine festivalero. En Western tenemos a unos obreros alemanes trabajando para instalar unas cloacas en la frontera entre Bulgaria y Grecia. Entre los alemanes prepotentes está Meinhard, un ex-soldado que manifiesta estar ahí sólo por el dinero. Pero Meinhard es muy permeable a socializar con la gente del pueblo y tiene una filosofía de supervivencia muy clara. Durante la película va entablando vínculos con la gente y de a poco se va instalando. Gran parte de su estructura corresponde a un momento de "tiempo muerto" en el que se ven obligados a esperar a falta de material para la obra (como si fuera El estado de las cosas de Wenders), pero en este caso todo está muy cargado de narración. Meinhard es capaz de conectar con el pueblo pero siempre desde un lugar individual de supervivencia. La película mezcla tres idiomas, le impone esas dificultades de entendimiento linguístico a sus personajes, pero gracias a esto nos obliga a juzgar a los personajes por la imagen que dan (imagenes en las que la película decide creer), como en la memorble escena donde uno de los personajes sólo necesita saber que Meinhard está diciendo "algo triste". Western contiene un conflicto territorial y una tensión entre dos comunidades, pero termina sosteniéndose mucho más en el devenir de su personaje que en la afinidad temática y estética con el género western. Por fuera parece sólo una declaración de intenciones, pero por dentro tiene mucho cine para ver.

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