lunes, 20 de noviembre de 2017
Previa a Mar del Plata #2
Sobre The Villainess (Jung Byung-gil, 2017), The Battleship Island (Ryoo Seung-wan, 2017) y Die Bad (Ryoo Seung-wan, 2000)
Continuamos con comentarios sobre algunas películas que pasan en el festival. En la sección Corea: país invitado de honor hay algunas que ya pueden conseguirse para verse (para los que no puedan ir, o para los que, como yo, no llegamos a ver todo lo que queremos).
El hit surcoreano del año, que había estado en mayo en Cannes, parece ser The Villainess, de Jung Byung-gil. De entrada se presenta como una película de venganza hiper intensa con un personaje femenino ubicado en algún lugar en el medio de Kill Bill (Tarantino) y Sympathy for Lady Vengeance (Park), con algunas reincidencias en juegos formales de otra película de venganza de Park, que es Oldboy. Ya desde el trailer se propone como pura destreza en secuencias de pelea. Muchas de ellas generan la sensación de no poder entender cómo carajo las filmaron, y puede ser un poco molesto que este sea el sentimiento más buscado. En cada escena parece que la cámara siempre elige ponerse en el lugar más difícil, donde ya no es tanto la necesidad de incorporar lo máximo posible al espectador en el drama de la pelea, sino el puro goce de estar logrando la toma más difícil. Se incluye una pelea similar a la famosa del pasillo de Oldboy pero toda filmada desde la subjetiva del personaje (que a la condición de plano-secuencia le suma una segunda dificultad), también una lucha de espadas arriba de motos, y otra adentro de un colectivo a toda velocidad.
Hacer una subjetiva del personaje matando no tiene por qué ser una canallada ni una pura formalidad. El momento en donde la cámara se desliga del personaje y hace como un "descanso" me recuerda a la película que mejor logró entender cómo hacer esta proeza y que tenga sentido, que es Halloween (Carpenter), con lo cual tampoco es ninguna novedad. Pero en The Villainess, por suerte son sólo dos los momentos en donde esto pasa y creo que construyen un sentido particular: sino pensemos bien por qué es que esto sucede cada vez que se desata una ira incontrolable en el personaje, y en relación a qué otros personajes (en campo o fuera de campo) ocurre. La segunda secuencia puede incluso funcionar como una respuesta a la primera (que, como en Halloween, es la apertura de la película).
Se coquetea constantemente entre el aspecto formalista y el aspecto melodramático. Creo que la película busca una suerte de incorporación más genuina al personaje en cuestión, pero si pensamos en Kill Bill y la tomamos como referencia, está mucho más cerca de la danza estética de Vol. 1 que del melodrama de Vol. 2, que siempre la entendí como su superación. Aún así el personaje es bueno, la heroína en cuestión, al igual que Beatrix Kiddo, casi que fue "hecha" por un hombre, y su camino de venganza (que en este caso el bien y el mal que vemos en cada personaje varía constantemente) es uno en el que va perdiendo lo que adquiere en aquella vida a costa de salir de su condición de haber sido hecha, o "ser de alguien".
The Battleship Island de Ryoo Seung-wan es otra de esas películas de la Segunda Guerra Mundial que son máquinas de traumar, al meterse bien adentro de una situación de opresión, esclavitud, concentración y atrocidades. En este caso se trata de la dominación japonesa por sobre Corea y la situación de trabajo forzoso y esclavo en una enorme mina de carbón ubicada en una isla entre ambos países. Más allá de las innumerables escenas de violencia que rozan el facilismo espectacular, la película elige inteligentemente ubicarse en las últimas semanas de la guerra, teniendo como puntos históricos clave a las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Sobre la primera se ve cómo aparece como novedad en medio del conflicto, y sobre la segunda se incorpora un elemento polémico para la tensa relación entre Corea y Japón. Hace pocos años, la película Caterpillar de Koji Wakamatsu parecía poner a la bomba atómica como un hito que "tapó" una millonada de atrocidades cometidas por los japoneses, pero era una película japonesa. The Battleship Island es coreana y no hace concesión alguna a Japón, mostrando una visión parecida. Las posibles tensiones actuales entre los dos países son un dato contextual que por el momento se me escapa.
Entre sus protagonistas está la nena que recientemente nos hizo llorar a todos en Train to Busan (Yeon Sang-ho) y claramente se ve que la fórmula de relación padre-hija buscó repetirse, aunque sea con diferencias. The Battleship Island carece del componente casi universal del conflicto de Train to Busan, y se debe probablemente a su condición de "Historia Real". Termina siendo más una crónica de denuncia con un nivel de espectacularidad todavía poco visto en el ya hiperdesarrollado cine industrial surcoreano, y de nuevo volviendo sobre el siempre abordado tema de la subordinación y obediencia como elementos a criticar. Acá se siente más literal, el tema parece más mensaje, y lo que podría ser universal varias veces termina pecando de ser meramente convencional.
La sección surcoreana del festival también incluye Die Bad, el primer largometraje de Ryoo (2000) y que recientemente fue restaurado. Ver una de estas películas nos hace pensar en lo rápido que fue el resurgimiento de la industria del cine surcoreano. La película, que es claramente de un corte más "independiente", tiene a la vista toda su cuestión callejera, de locaciones reales, de poco presupuesto, de una agilidad para la narración de ciertas cuestiones que a veces incluso roza lo amateur. Básicamente se trata de una serie de historias interconectadas, con algunos personajes en común, que giran todas alrededor de la violencia juvenil, y de jóvenes confundidos que por diversos motivos terminan en mafias y bandas criminales. La película nos pasea tanto por las inquietudes de los jóvenes cómo de los policías, y el contexto general es de una contante pelea. Hay también una mezcla de recursos y estéticas. Para ser una película filmada de esta manera la inclusión de elementos cuasi-fantásticos (como la "aparición" del muerto que llena de culpa a uno de los personajes) le da un tono bien desprolijo pero que imagino que sólo es posible en aquellos tiempos en donde muchos de los realizadores industriales todavía estaban insertos en territorios de experimentación de un cine más festivalero. El camino parece ser similar en donde se lo vea. Si hace muchos años había directores norteamericanos del sistema de estudios que empezaron a incorporar formalidades de "los nuevos cines", parece que ahora es al revés: el mundo de los festivales es como la "clase b" de la cual salen realizadores que llegan a una idea de orden en el cine industrial.
Aún así se nota de nuevo un facilismo para el desarrollo de los conflictos, y varias de las historias de la película se presentan casi como lecciones de vida, donde la tragedia o la fatalidad son consecuencia de decisiones tomadas por los personajes al estar insertos en condiciones históricas hostiles, y que ellos no pueden controlar del todo. La perspectiva es casi sociológica y la puedo compartir, pero yo siempre voy a lamentar que la puesta en escena se convierta simplemente en un medio para la transmisión de tesis racionales.
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