lunes, 27 de noviembre de 2017

Mar del Plata #4: Domingo 26

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Sobre Person to Person (Dustin Guy Defa, 2017), Claire's Camera (Hong Sang-soo, 2017) y Y ahora elogiamos las películas (Nicolás Zukerfeld, 2017)

Person to Person de Dustin Guy Defa consiste en una serie de historias entrecruzadas en la ciudad de Nueva York y afortunadamente no está tan aggiornada al cinismo hipster de muchas películas que se hacen ahora en ese código. Me recordaba más a algunas películas indies de los 90 y quizás tenga un poco que ver con su superficie estética. La película está hecha en fílmico con un grano muy visible y mucha sobriedad en la elección de planos. A pesar de ir adentrandonos en ese universo de personajes de gustos musicales especiales y adolescentes amargados la película arma entre sus historias varias situaciones que parecen mínimas pero de algunas de ellas se pueden extraer momentos de mucha genuina alegría.

Si pudiera elegir me desharía de la historia de las chicas de secundario por la tipificación neurótica casi insoportable, aunque su resolución me parece justa. Sin dudas me quedo con la historia del comprador de vinilos. Toda la secuencia de la compra del disco, la dona, la camisa violeta y la lección al ladrón es una total reivindicación para ese sujeto que de entrada parece un débil en todo sentido. En definitiva todo pasa alrededor del amor. El hijito de su novia divorciada le cuenta en secreto que cree que ella lo ama y entonces se genera una bella expectativa para la fiesta de la noche. El estafador arruina las cosas y no nos parece para nada justo. Acá se da un momento ejemplar de lo que es el tono general de la película: lo que vemos es una persecusión en bicicleta, con Charlie Parker de fondo, muy pequeña, muy lenta, casi ingenua. Pero luego lo que se pone en juego en la pelea es muy intenso, por más que incorpore a la discusión el sabor de una dona, la apreciación sobre una camisa, o la mentira acerca de un abuelo fallecido. Dentro del tono calmo de la película, a su manera, van apareciendo sentimientos de justicia que están a la altura de una comunidad (que se intuye al cruzarse las historias), y el que parecía un ingenuo comprador de vinilos inseguro de su camisa pasa a ser aquel que, torpe pero sentidamente, declara su amor al final.

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Casi pegada en horario estaba Claire's Camera, el otro estreno de Hong Sang-soo del que tenía mucha menor expectativa. La presencia de Isabelle Huppert en sus películas la siento falsa, como una chantada, un regodeo festivalero y hasta un poco arrastrado por parte de Hong. Es inexplicable e injustificado, pero ahí ella me molesta. Me molestaba mucho en In another country cómo se llevaba con los coreanos casi examinándolos. Me podía imaginar a Huppert en su piso de Francia emocionada por tomarse unos sojus con el equipo de Hong, y me era una constante imagen fuera de campo a lo largo de la película. En Claire's Camera les saca fotos y les elogia los rostros, pero por suerte la película no la tiene tanto como centro (y a la metáfora de lo que hace con las fotos) como sí al personaje de Kim Min-he. Veníamos de ver The Day After y se demostró que claramente son dos películas hermanas. En las dos se cruza una relación de amantes con una situación laboral. Pero parece que todos los años, en la dupla de películas que filma Hong, hay siempre una terrible e intensa, y otra más ligera, que en algunos casos parece como si la hiciera "de taquito". Todo lo que en The Day After es la consciencia de una miseria y de un círculo vicioso que parece interminable, en Claire's Camera se conserva como estructura pero se lleva todo más a la ligera, donde el colorido marco del festival de Cannes parece volverlo comedia. Con la comedia obviamente no tengo problemas, pero quizás sí cuando volver algo ligero nos protege (innecesariamente) de tener que creerlo. Seguramente, como ya dije ayer, sobre Hong seguiré escribiendo.

Hubo algunas películas para las que compré entradas que terminé no yendo. El primer día faltamos a 12 jours de Raymond Depardon, por lo que me quedé afuera de unas intensas discusiones, y en realidad la crónica de hoy debía arrancar con Les Affamés, una de zombies canadiense de la sección "Hora cero" que compré sólo por inercia. Pero la que verdaderamente me alegra haberme perdido es Tokyo Vampire Hotel de Sion Sono, que iba a ser para mí el cierre del festival. Hace como cinco películas que detesto el cine de Sion Sono, y ante otro ya no saludable visionado se me presentó una oportunidad que me salvó. Hacia el final de la jornada programaron una proyección extra del corto ganador de Nicolás Zukerfeld, Y ahora elogiemos las películas, en conjunto con El azote, también ganadora. La decisión estaba cantada: poder terminar el festival de Mar del Plata viendo el corto de un amigo. Dicen que está mal escribir sobre las películas de nuestros seres cercanos y queridos, pero caguémonos un poco en eso.

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Y ahora elogiemos las películas es un corto que si tenemos que definirlo probablemente lo acerquemos a la categoría de estudio, casi un ensayo, con un tema preciso y una milimétrica disposición de las herramientas de su puesta para comportarse como una reflexión. Pero mirarlo atentamente revela que, como su título, un elogio crítico no es nada sino es atravesado por un componente estético, donde la belleza también entre por algún lado. Hay crítica escrita, hay historieta, y hay cine. Entre las tres disciplinas pasea la ficción, estudiando sus métodos de trabajo y vinculos cruzados. El dibujante, que viaja en subte, compra sus materiales en la librería donde el crítico saca fotocopias (y se gana algunos pesos). Más tarde, la terraza del crítico sirve como locación para el rodaje de una escena. Lo que vemos es trabajo, y hasta incluso los medios de producción de cada parte. Para filmar se necesita mucha gente y recursos, para escribir tal vez sólo tengamos que procurar que no se nos corte la luz. Pero cada cosa tiene sus partes, y tanto el backstage de un rodaje como una historieta sin terminar, se pueden volver partes que nos permiten imprimir sentido a lo que después veríamos terminado. De eso se trata también un poco la crítica titulada "Let us now praise movies" de Manny Farber que se lee y traduce en el corto, sobre la película The Ox-bow Incident de William Wellman. Puede ser algo difícil seguirle la lógica en simultáneo a las imágenes, pero si algo me quedó bien claro es que, analizando los hechos que anteceden a una situación particular (un linchamiento), el estudio previo que la puesta realiza sobre las expresiones de los personajes intervinientes le otorga una carga al posterior hecho que nos hace atravesar la culpa de lo que vemos, hasta casi volver innecesaria una marcación moral sobre el hecho filmado en sí, devolviéndonos a la plena situación de expectación fílmica. La expresión "let us now" se degrada un poco en la traducción, pero en inglés suena muy asociada a una invitación al espectáculo, a un mundo dramático y sentido, el anuncio de algo maravilloso que puede comenzar. Ese "let us now" lo siento en el corto, en el paneo final hacia los fuegos artificiales, que aunque sea hacia arriba me produce un intenso vértigo. Estamos por ver algo que mentalmente hemos determinado y esperado, y sabemos que simplemente va a estallar. Ahora, como con las flores de fuego de Kitano, veamos el estallo. Nada mejor que terminar cuatro días de cine de esa manera.

El festival me dejó con ganas de volver. Veremos si la economía me lo permite el año próximo. Mientras tanto los dejo, con alegría, con la canción de los créditos finales de Person to Person.

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