domingo, 6 de octubre de 2019

Battles Without Honor and Humanity

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Kinji Fukasaku, 1973

Aunque la historia del cine de yakuzas (yakuza eiga) sea más antigua, cualquier persona que quiera iniciarse en el género debería comenzar con Battles Without Honor and Humanity, la primera parte de una larga serie de films dirigidos por Kinji Fukasaku entre 1973 y 1976. Se trata del camino de Shozo Hirono (Bunta Sugawara) por el bajo mundo del crimen organizado partiendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El grupo de películas conforman el corpus perfecto del universo yakuza, que más adelante influenciaría a todo el espectro del cine moderno japonés, desde Takashi Miike al universo del animé.

Las "batallas sin honor ni humanidad" consisten también en todo un compendio de recursos cinematográficos totalmente oportunos para el cine global de los 70's. Las secuencias de acción de estas películas son la versión adrenalínica de lo que un par de años antes se vio en el cine norteamericano en The French Connection (William Friedkin), que incorporó deliberadamente elementos del cinema verité al cine de géneros. Los constantes alborotos, peleas y tiroteos de Fukasaku se dan en medio de tomas movidas, como si el camarógrafo formara también parte del caos, con personajes entrando y saliendo de cuadro constantemente y en un ambiente de confusión. Fukasaku genera un efecto de lo inmediato, como si las imágenes fueran robadas de una realidad caótica carente de una representación afinada.

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Ya la secuencia de créditos lo vaticina con sus títulos violentos, manchones rojos sobre fotografías de la bomba atómica de Hiroshima y sus consecuencias. Ingresamos a un Japón caótico, recién salido de la masacre, y la primera escena transcurre en el medio de un mercado atiborrado de gente, con una declamativa voz en off, casi de noticiero, que confirma que en ese nuevo mundo cada hombre se cuida a sí mismo. El primer conflicto de la película será fundamental porque va a oponer dos situaciones casi en simultáneo: el ajusticiamiento de dos yakuzas por usurpamiento de territorio y la violación de una mujer por parte de soldados norteamericanos (que todavía ocupan la isla). Lo primero se da entre la muchedumbre, cada jefe de área avanza caminando con sus secuaces detrás, cuando encuentran a los dos hombres los arrastran en medio de gritos por el mar de gente hasta una tienda donde les cortan el brazo derecho con una katana. Parece tratarse de una ley callejera (pero clara) para con los robos. Por otro lado, cuando ocurre la violación aparece Hirono, que junto a otros compañeros (futuros miembros de la familia Yamamori) enfrentan a los soldados para salvar a la mujer, pero luego se ven obligados a huir ante la llegada de un jeep compartido por autoridades japonesas y norteamericanas.

Hirono se nos presenta desde el principio como un héroe que posee una moral, y la película nos dibuja un trayecto de batallas sucias, donde cada bando irá desplegando violencia a modo de pregunta y respuesta. Por más que los cortes de brazo parezcan venir de una tradición, Fukasaku organiza ese universo como una serie de ejecuciones, momentos que comienzan en la calma y que van calentándose para estallar en violencia. La tradición y lugar de los yakuza en la comunidad japonesa como guardianes de la misma se puede ir desdibujando, pero Hirono recorre ese mundo con una determinación ejemplar. Si pensamos a la película como una serie de secuencias puntuales (ya que los conflictos y bandos van mutando rápidamente), encontramos en Battles Without Honor and Humanity un camino de aprendizaje que es, al mismo tiempo, una clase, con momentos ejemplares como la secuencia en la cárcel, con el hara-kiri simulado de Wakasugi, miembro de otro clan pero que se convertirá en hermano de sangre de Hirono, o cuando asistimos a la primera vez que los personajes ven cómo se corta un dedo meñique a modo de disculpa formal. Hirono se corta el dedo de forma torpe, y lo que sigue es un momento cómico donde el dedo se pierde y es picoteado por las gallinas del patio.

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Esa dimensión didáctica de la película va de la mano con el camino de formación de las familias. El grupo liderado por Yamamori, buen hombre de negocios pero bastante llorón, va atravesando situaciones de traición, de rivalidad en frio (temiendo la posibilidad de una guerra de bandas), para luego terminar en traiciones internas. El único hombre que parece capaz de sostener un código es Hirono, que no parece tan importante en las jerarquías. Lo que Hirono ira viendo es como un sistema de corrupción fagocita a las familias mientras él cumple con todos sus deberes de yakuza. Él es quien se anima a enfrentar al enemigo cuando la situación lo requiere, o cuando entiende que ese es su lugar. Él es quien acepta ir preso y cumplir condena por mucho de lo que ocurre. Su pacto de sangre con Wakasugi arma un puente importante entre el clan Yamamori y el clan Doi, pero cuando las familias comienzan a traficar drogas la decadencia moral se hace sentir.

Una secuencia clave se da cuando Yamamori necesita que liquiden a un enemigo, y ante la corbardía de los miembros del grupo, es Hirono quien da un paso adelante. Yamamori se agacha ante Hirono en agradecimiento, y le promete entregarle todas sus riquezas cuando salga de la cárcel. El momento se encuentra en un punto medio perfecto entre emotivo y paródico, porque los personajes lloran desconsoladamente, arrodillados juntos, ante la valentía de Hirono. Lo emotivo es la valentía, lo paródico sera notorio después, cuando Hirono se entere que Yamamori maneja el vocabulario del honor pero no lo puede practicar. Por eso la escena final del film tal vez sea la más memorable y simbólica de toda la saga cuando, en el funeral de Sakai, mandado asesinar por el propio Yamamori, podemos ver a todos los personajes del film rindiendo su homenaje en un altar tradicional. A esta altura Hirono es casi un exiliado pero asiste, ante la sorpresa de todos, y es ahi donde, frente al mismo Yamamori, descarga su revolver sobre todos los objetos del altar. Hirono se retira como un exiliado, pero al mismo tiempo es el hombre más respetable de la sala.

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