Robert Eggers, 2022
Había comentado en su momento que el cine de Eggers armaba caminos hacia donde nadie quiere ir. De eso hacía su especialidad en The Lighthouse, y en The Northman se repite algo de la desintegración masculina llevada hacia lo podrido. En esta nueva entrega va hacia el desmembramiento. La batalla final me recuerda a algo que suele hacer Takashi Miike, ahora se me vienen a la cabeza películas como Dead or Alive, más recientemente 13 Asesinos o Yakuza Apocalypse. Esa imagen de dos tipos cansados agotando toda su fuerza en los últimos manotazos de agresión, empatados en su cansancio. En Eggers se siente distinto, es algo que por la trama promete una gran tragedia, repleta de destinos fijados, honor y sangre Real, pero pasa a ser un regodeo sobre lo agotado, como si estuviéramos ya convencidos de entrada que estos tipos que sienten asco por la menstruación de Anya Taylor Joy están yendo más a su deterioro que a su destino. Creo que por eso el entramado trágico de la película no duele. Duele más lo visual que su implicancia. Y si bien Nicole Kidman y lo que su personaje revela tienen con qué producir dolor, la cuestión parece pasar más por el imaginario pagano y la estética de los bárbaros haciendo estragos. The Northman produce ganas de escuchar un disco de Burzum, pero en Spotify.
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