lunes, 18 de septiembre de 2017

Don't Think Twice

gillianjacobs

Sobre Don't Think Twice (Mike Birbiglia, 2016)

Vi esta película por recomendación de Lucas Granero, refiriéndose a ella como una gran película reciente sobre stand-up. Eso es cierto, aunque si The Big Sick era más un drama de hospital que una película romántica con un humorista, esta me pareció más una película que además de meterse con la amistad se adentra más y se mete con la simbiosis como tema. En eso es clave que los comediantes trabajen en un grupo de improvisación. De repente eso se convierte en una buena herramienta a la hora de saber cómo filmar cada escena. Teniendo a los actores en ese permanente estado de simbiosis, donde cada uno, según se dice, debe tomar aquello que propone el otro para trabajarlo y ampliarlo, la forma de la película tiene casi el deber de lograr que eso que se dice que se debe hacer realmente suceda. Afortunadamente sucede y se vuelve interesante prestarle atención a algunos de los encuadres y posiciones en escena (no necesariamente cuando están "en escena" en la película), tanto en sus momentos idílicos de comunidad inicial como en los momentos de crisis.

Como película de amistad termina siendo muy satisfactoria. Hace poco escribía sobre algo de esto refiriéndome a las películas y series de Apatow y compañía. En esta, el tono amargo del fracaso (o el miedo a caer en él) en todos los miembros del grupo se comienza a sentir y se vuelve motor de la atomización del grupo. Hasta incluso hay momentos donde la atomización e individuación de cada uno, o su separación en grupos más pequeños (como la pareja que se corta a escribir sola), viene a traer la lógica de la improvisación pero como forma totalmente negativa. En su gran escena de quiebre (a la salida del bar luego de la pelea), es como si en un "acto" más el talento estuviera en pos de la atomización.

Puede que tenga un costado melancólico un poco esquemático, donde con un poco de nostalgia se recuerdan e ilustran mejores años para ese arte y los productores de "Weekend Live", el supuesto Saturday Night Live ficcional al que todos apuntan, son viles como serpientes. El personaje de Gillian Jacobs tiene como horizonte a una imitación de Gena Rowlands en Una mujer bajo la influencia, lo cual se ve como un intento de revivir o representar algo que tristemente ya no está vivo en la cultura actual. Sin embargo, hacia el final, cuando queda sola y comienza a incorporar a los demás personajes a su acto, todo eso se convierte en una resolución muy interesante: por supuesto que reconocemos que está su oportunidad de encarnar la esquizofrenia de Gena Rowlands, pero para el bien de la película, se vuelve algo que se toma y se actualiza sin su nostalgia, y sin siquiera anunciarse para su público. Es la comunidad que vimos lo que le da cuerpo a ese final, a su actuación, y a que esta multiplicidad de voces estén realmente en simbiosis. Casi como en esas películas donde una banda prepara una canción y no los vemos tocar hasta el final, termina siendo la película y su mundo la que sostiene la forma de ese otro discurso.

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