7 nov 2022

Mar del Plata 2022 (1)


Retrospectiva de Kinuyo Tanaka, dos películas argentinas y Bill Forsyth.

Lo primero que vi del festival fueron películas de la retrospectiva de Kinuyo Tanaka, sobre dos de ellas hay una nota que escribí para La vida útil, estas son Madre de Mikio Naruse y La vida de Oharu de Mizoguchi. Dejo link a la nota, quizás la publique luego también acá. Me quedan pendienten de ver las otras dos dirigidas por Tanaka y decir alguna cosa sobre Donde se ven las chimeneas, de Heinosuke Gosho.

Esta podría ser la más realista del grupo, teniendo en cuenta que mucho de lo que pasa gira en torno a la disposición de las chimeneas de una fábrica que existe (o existía) en Tokio. Les dicen las chimeneas mágicas, porque dependiendo desde qué zona de la ciudad se miren cambian en cantidad. Son 4, pero según el ángulo pueden verse así como parecer tres, dos o una sola. Las secuencias de la película se van dando en distintos puntos de la ciudad, generalmente en zonas humides pero con marcadas diferencias de clase. En cada caso se puede ver algo distinto. A veces se remarca, otras veces las chimeneas se cuelan en los planos. El centro de la película es una cuestión geográfica, pero luego la película en sí es un melodrama que combina situaciones angustiantes con ese sentimiento de cambio de tiempos que conocemos más de las películas de Ozu.

En este caso a Kinuyo Tanaka le llegan problemas complicadísimos. Está casada pero no sólo reaparece el ex marido al que creía muerto en la guerra, sino también un bebé. El ex marido es mucho más pobre que ellos, y la madre del bebé cree que no pueden mantenerlo. Uno de sus vecinos, que también es más pobre que ellos, tiene como 10 hijos y aún así les dice que estos son una bendición. Mucho de lo que pasa en la película tendrá que ver con esto, con los personajes preguntándose si es verdad o es mentira. El Japón de posguerra aparece atravesado por constantes preguntas sobre el porvenir de las personas, las familias, las relaciones, así le ocurre al personaje de Hideko Takamine y a su posible vínculo amoroso con su compañero de habitación.


Previo al comienzo del festival me adelanté y vi Local Hero de Bill Forsyth. Me la iba a perder y nunca la había visto. Es una película que lleva un ritmo extraño para la explícita comedia que maneja en algunas escenas. El protagonista trabaja para una petrolera y es el encargado de negociar la compra de un pueblo entero en el norte de Escocia, que tiene una gran reserva por debajo, pero en el lugar se nota que hay una comunidad muy pequeña que tendría que cobrar una indemnización para irse. En la película se da la negociación, y por momentos parece una excusa para plantear un imaginario gráfico muy específico: hombres de traje con portafolios negociando sumas millonarias con una playa vacía de fondo. No tengo ninguna explicación pero mientras la miraba recordaba algunas películas de Alexander Payne.

Ya en Mar del Plata vi Trenque Lauquen, de Laura Citarella. De sus cuatro horas de duración disfruté muchísimo las primeras dos, que tienen el mejor costado de algunas de las películas del Pampero, es decir, astucia narrativa y una inventiva envidiable. La película cuenta la búsqueda de una mujer, Laura, que desaparece del pueblo y es buscada por su novio y su amante. El novio es Rafael Spregelburd haciendo ese papel para el que siempre lo convocan y que siempre le sale perfecto, un burgués academizado de Capital Federal que de la vida no entiende nada. El amante es Ezequiel Pierri, oriundo de la zona y sabremos que fue el más capaz de establecer un verdadero y sentido vínculo con Laura. Durante estas dos primeras horas hay un planteamiento de bases clarísimo, pero en la segundas dos comienza una narración que se aleja como una tangente. Ahí empiezan a verse todas las marcas que menos me atraen de las películas de Mariano Llinás, esos gestos narrativos de alejamiento de todo aquello con lo que supimos involucrarnos. Ahí es donde me pierden como espectador. Sigue habiendo astucia e inventiva, pero cuando lo que me metió en el relato se relativiza así (o más bien se descarta), no veo motivo para estar involucrando con lo siguiente.


Esa misma tarde seguí con Sobre las nubes de María Aparicio, que me gustó muchísimo. Cuando terminó pensé en que no tenía ningún interés en ponerme a diseccionarla o indagar en algunas de sus ideas, y creo que es porque lo único que me interesaba eran sus personajes, que son muy simples y creíbles. No por una cuestión de verosimilitud o de construcción, yo los vi como personas queribles y quería por ende ser testigo de su posible felicidad, que no siempre parece llegar. El centro de la ciudad de Córdoba se retrata casi siempre desde la problemática económica de este grupo de personajes narrados en paralelo, que podrían o no encontrarse. Hay una cosa muy marxista porque siempre sabemos cuánto sale todo y cuánto trabajo cuestan las cosas. Después hay toda una cuestión que la película arma con los planos de las nubes, un eclipse de sol y algunos textos leidos sobre las personas y su relación con el tiempo. Insisto en que pensé demasiado poco en todo eso, me termino quedando con esa parte más afectiva que se arma con cada uno de ellos, como cuando el padre de 48 años desempleado le dice a la chica en la parada del colectivo: "ojalá consigas trabajo". Siento que aunque no la conozca se lo desea de verdad.

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