3 más de Patricia Mazuy
De todos los estrenos creo que Bowling Saturne fue lo mejor del festival, una película oscurísima de la que se venían diciendo cosas los días anteriores a la proyección que me tocó, la última de todas. Me dijeron que tenía una escena muy violenta y explícita de un hombre golpeando a una mujer. Quizás no estuvo bien pero yo pregunté en qué momento, si al principio, al medio o al final, como si algo de eso fuera a darme algún tipo de escapatoria o beneficio. Al principio, me dijeron, y la información no tuvo efectivamente ninguna utilidad. Empezó la proyección y la escena en cuestión llegó alrededor del minuto 20, esto hizo que la espera se sintiera como una tortura.
Todo el clima del principio se me hizo pesadísimo, como si pudiera sentir constantemente la presencia del mal. Cada vez que aparecía una mujer en pantalla pensaba, listo, se viene. Era insoportable, pero finalmente el momento llegó. Resulta que uno de los protagonistas, que viene con ciertas perturbaciones previas de impotencia sexual, lleva a una chica a su nuevo departamento (heredado de su padre recientemente fallecido) para tener sexo. La cosa empieza con disfrute, luego se pone intenso, para llegar a ser incómodamente intenso, y luego el hombre simplemente la golpea, fuerte, en la cara, repetidas veces. La termina matando con la base de un velador.
Estábamos ahí sentados con Lucas Granero y al terminar la escena este gira y me dice: "listo, te podés relajar". Después hablábamos de que no estuvo tan bien preguntar tanto, nos condicionó demasiado. De todos modos no terminó siendo la regodeada que imaginábamos, de hecho fue bastante justa para con lo que se narra, y justa sobre todo para la película y lo que esta venía a contar en general. Bowling Saturne es, como decía antes, una película oscura, sobre un padre que muere y deja un legado a sus dos hijos varones: una sala de bowling, un perro negro y unos amigos cazadores que no quieren irse nunca de ese lugar. En ese legado hay algo infernal, tan rojo y diabólico como los colores de póster. Esta es una película sobre violencia patriarcal que no hace su pasaje generacional (padre a hijo) en términos teóricos, de denuncia o de representaciones prototípicas (esos casos donde un personaje masculino equivale a "la idea de hombre"), y eso la hace mucho más perturbadora e interesante. Aprendemos a conectar con esos personajes y por ende vemos las cosas suceder como si las acompañáramos, aunque tengamos que ver escenas que no nos gustan, desde puntos de vista incómodos. Parece que el público de Locarno la destestó a Mazuy por eso.
El bowling se llama Saturno, seguramente sea una referencia a ese cuadro tremendo y horroroso de Goya, Saturno devorando a su hijo. A esa relación no la puedo rastrear con certeza o llegar a comprenderla en su totalidad, pero sí veo una película de hombres consumidos, y al peso del horror puro, o al menos de su imagen pura, algo que está también en la cara de desesperación de Saturno en ese bocado. Espero algún día volver a ver la película y ampliar.
Vi otras dos de Mazuy. A Sport de filles también me gustaría volver a verla, pero porque entré mal. Es uno de esos casos donde estoy seguro de que si hubiera estado más atento al principio la película me parecería buenísima. El personaje que acá interpreta Bruno Ganz tiene una serie de problemas con la dominación, de caballos y de mujeres, y también otra que se ejerce sobre él mismo. Tiene un final oscurísimo, similar en tono al de Piel de vaca (a la que ya me referí antes), donde parece consumarse un vínculo pervertido, tal vez enfermo, pero paradójicamente sellado con la sonrisa de sus partícipes.
La otra fue Paul Sanchez ha vuelto!, que me la perdí durante el festival pero la vi después en casa. Esta tiene una estructura casi completamente enmarcada en el policial aunque seguramente se le puedan detectar pizcas de western, sobre todo por la presencia del criminal en cuestión merodeando por las afueras del pueblo, escondido en los montes rocosos, siempre en viaje y solitario como si fuera el villano de una película de Budd Boetticher.
Paul Sanchez es un hombre que mató a toda su familia y nunca fue encontrado, pero la película sucede diez años después de estos hechos, cuando aparece un sujeto y empieza a tirar señales a la policía, dice ser el asesino. Lo interesante es que en realidad no es él, y lo que Mazuy logra es que, en lugar de hacer quedar a este como un loco más, la situación se parezca a una reencarnación. Paul Sanchez es una idea. Este nuevo hombre no es él, pero nada nos da la seguridad de que no lo sea, obviamente acá hablando en términos de cine y no de documentación y pruebas. El proceso me hace volver a pensar en Bowling Saturne, y pienso que es similar. Lo que hace volver a vivir a Sanchez tal vez sea lo mismo que lo que mueve a los herederos del bowling. Las películas de Mazuy son muy concretas con lo que muestran pero siempre tienen algo más, algo raro. Hacía rato que no miraba películas tan perturbadoras. Se podría decir que son realistas pero para mí están llenas de fantasmas.
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