Subí para compartir una de mis escenas favoritas de tensión, es de la película El vuelo del Fénix (1965), una de las mejores de Robert Aldrich. No quiero arruinarle la extraordinaria experiencia a quien no la haya visto, así que recomiendo verla entera antes porque la escena en cuestión es cercana al final.
La secuencia es una lección perfecta del uso del montaje y administración de la información. Los personajes están alrededor del avión pendientes del proceso de la misma manera que los espectadores, unos rezan esperando que el motor se encienda, otros cuentan temerosos con los dedos cuántos cartuchos quedan.
La resolución genera una sensación de alegría impresionante, no sólo por el cálculo de su destreza narrativa, es la descarga de una desesperación construida durante dos horas de película, donde todo parece fracasar, y la unión del grupo parece imposible. Como Berlin Express de Tourneur, esta una película de nacionalidades separadas y de roces, pero que vaticina pequeñas esperanzas. El vuelo del avión es una emancipación triunfal, construida desde la camaradería y la aventura.
Además, Aldrich incluye acá una mirada de Stewart a las tumbas de sus compañeros fallecidos, convirtiendolos en el fundamento de su despegue, que además es también su redención como capitán.
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